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martes, 9 de noviembre de 2010

Una aproximación general a la iconografía de la Cruz

A propósito de la visita de la Cruz de los Jóvenes a nuestra Diócesis, quisiera hacer una pequeña reflexión entorno a la simbología de este elemento iconográfico que se repite en muchas civilizaciones de la antigüedad y que se mantiene a través de los tiempos con variación iconológica según la civilización o religión que represente la Cruz, que para nosotros es imagen de la Redención de Cristo

Como símbolo mágico�religioso, la cruz puede representar las estrellas (especialmente el sol; así, la esvástica, cruz en forma de rueda), el viento, el tiempo, los árboles (como árbol de la vida), hombres y animales, así como objetos de culto.


 
En el complejo simbolismo de la cruz, que no niega ni sustituye, sino, ratifica su sentido histórico en la realidad del cristianismo, entran dos factores esenciales: el de la cruz propiamente dicha y el de la crucifixión o estar sobre la cruz.

En primer lugar, la cruz se ofrece como una derivación dramática, como una inversión del árbol de la vida paradisíaco. Por ello, en la iconografía medieval, la cruz es representada muchas veces como árbol con nudos y hasta con ramas, a veces en forma de Y, y otras en forma espinosa. Cual acontece con el árbol de la vida, la cruz es un eje del mundo. Situada en el centro místico del cosmos, es el puente o la escalera por los que las almas suben hacia Dios. En algunas variantes, la cruz tiene siete escalones, como los árboles cósmicos que figuran los siete cielos. Consecuentemente, la cruz establece la relación primaria entre los dos mundos (terrestre y celeste), pero también, a causa del travesaño que corta la línea vertical que corresponde a los citados significados (eje del mundo, símbolo del nivel), es una conjunción de contrarios, en la que casan el principio espiritual y vertical con el orden de la manifestación y de la tierra; de ahí su transformación en sentido agónico de lucha y de instrumento de martirio. A veces la cruz aparece en forma de T, para resaltar más la oposición casi igualada de dos principios contrarios.

En algunas tradiciones en que aparece la cruz como símbolo del fuego y del sufrimiento existencial, puede deberse a que sus dos maderos se relacionan, en su origen, con los empleados para producir la llama, a los que se considera por los primitivos como masculino y femenino. Pero el sentido de conjunción prevalece. La determinación más general de la cruz, en resumen, es la de conjunción de contrarios: lo positivo (vertical) y lo negativo (horizontal); lo superior y lo inferior, la vida y la muerte. En sentido ideal y simbólico, estar crucificado es vivir la esencia del antagonismo base que constituye la existencia, su dolor agónico, su cruce de posibilidades y de imposibilidades, de construcción y destrucción.

Más adelante analizaremos la iconografía propiamente Cristiana de la Cruz. La Cruz nos identifica a los cristianos.

Esculturas de R. Serra en el Gugghenheim de Bilbao

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ENCUESTA: ¿Se merece el artista Richard Serra el Premio Principe de Asturias de las Artes 2010?